Gerardo Mayela nació en 1726 en Muro Lucano en el Reino de Nápoles (que más tarde se convirtió en parte de Italia). Era hijo de un sastre que murió cuando Gerardo tenía doce años, dejando a la familia en la pobreza. Su madre lo envió a su hermano para que pudiera enseñarle a Gerardo cómo convertirse en sastre. Quería imitar a Jesús Crucificado y a menudo practicaba la auto mortificación del cuerpo. Gerardo intentó unirse a la orden de los Capuchinos, pero su salud lo impidió. Fue aceptado en formación por la Congregación del Santísimo Redentor (los Redentoristas) en 1749, e hizo su profesión religiosa como hermano laico tres años más tarde. Gerardo fue capaz de utilizar sus habilidades como sastre dentro de la comunidad religiosa. También se desempeñó como sacristán, jardinero, portero y asistente de enfermería, dondequiera que lo necesitaran. Su caridad, obediencia y servicio desinteresado, así como su incesante mortificación por Cristo, lo convirtieron en un modelo para otros hermanos laicos. Su última voluntad consistió en una pequeña nota en la puerta de su celda diciendo: “Aquí se hace la voluntad de Dios, como Dios quiere, y mientras Dios lo permita.” Murió de tuberculosis el 16 de octubre de 1755 en la ciudad de Caposele, a la temprana edad de 29 años.
Debido a su santa forma de vida, la gente lo recordaba y le pedía su intercesión. Como resultado de un milagro realizado a través de su intercesión por una mujer en la labor del parto, su causa de canonización avanzó. Gerardo fue beatificado en Roma en 1893 por el Papa León XIII, y fue canonizado como San Gerardo en 1904 por el Papa San Pío X. San Gerardo es invocado como santo patrón de las madres embarazadas, y de sus hijos por nacer.